Queridos S.S. M.M los Reyes Magos de Oriente:

Este año he sido muy buena. Me he portado muy bien en el cole, siempre participo en todo lo que propone la profe, y si algún niño intenta hacerme rabiar, hago lo que mamá me dice, ignorarle. Al final, siempre vuelve otra vez a ver si juego con él...En casa, mis papás están muy contentos porque dicen que ya no les doy tanto trabajo, les ayudo a cuidar a mi hermanito Javi y cuando se cansan, siempre les hago reír.

Así que espero que sus majestades sean generosas este año.
En realidad, este año no quiero nada para mí, porque tengo todo lo que necesito. Lo que les pido en esta ocasión es que no se olviden de Lylianita, la niña que conocí cuando viajé a Bolivia con mis papás, y le lleven de regalo a su mamá, que está aquí en España trabajando.

¡Qué bien me lo pasé en aquellas vacaciones, y cuánto aprendí!

Gracias a ese viaje me di cuenta de que hay muchos niños que no tienen la misma suerte que nosotros, algunos tienen que trabajar por las noches y los fines de semana para ayudar a su familia, otros viven lejos de sus papás, que tuvieron que emigrar, como Lylianita y otros pocos, trabajadores de la caña de azúcar, por no tener...¡no tienen ni nombre!

Mis papás me explicaron que, gracias a la Junta de Castilla-La Mancha y otras entidades, existían organizaciones que se preocupaban de que esos niños nunca perdiesen la esperanza y fuesen mejorando poco a poco su formación y su forma de vida. Como aquella radio que les daba voz en su pueblo o aquel circo que les enseñaba y les abría un mundo de posibilidades.

Por eso, queridos Reyes Magos, no quiero nada para mí, porque ya lo tengo todo. Solo les pido lo mismo para todos los niños, de Bolivia y del mundo.

Laura González