Que hay entorno a 2,5 millones de niños y niñas bajo el umbral de la pobreza en España que representa el 30 por cien de la población infantil, es un hecho empírico que ya ha sido constatado y lo que de ello se deduce en contraste con los datos de otros países de la UE, pero lo que no sabemos todavía es el alcance que ello tiene y va a tener en el futuro de España. Cuestiones básicas como la supervivencia y desarrollo en las mejores condiciones, la educación de calidad o el nivel de vida de la infancia es lo que está en riesgo, y eso debería ser prioritario para la inversión pública del estado, y la sociedad civil que también somos titulares de derechos, tenemos la obligación de exigirlo y reclamarlo. Hemos comprobado como casi todo lo preestablecido a nivel político y social se ha puesto en cuestión en estos años, desmoronándose, además de otros elementos, el sistema de valores y principios, pero lo que no puede desmoronarse, lo que no puede casi erradicarse es apostar, apoyar y proteger a la infancia. Se ha producido una situación de desamparo brutal hacia los niños, las niñas y los adolescentes que las organizaciones sociales hemos tratado de paliar, pero no es suficiente ni mucho menos. Un pacto de estado por la infancia es fundamental para que todas las fuerzas políticas y sociales vayan en la única dirección posible que es la promoción y el cumplimiento de los derechos de los niños y las niñas acompañado de inversiones generosas que permitan una cierta holgura. Hubo un tiempo en que se priorizó el rescate financiero en detrimento de los derechos, quizás ya sea hora de rescatar a la infancia, que además de ser lo más importante que tiene el mundo, seguramente nadie se quejará por ello.

 Hoy es el día del reclamo de Pobreza cero, donde el deseo es que los derechos se garanticen y sean accesibles en igualdad de condiciones y con la calidad y la dignidad que ello supone para la existencia humana. Y quizás los ODM sean una quimera para el próximo año, no por su ambición que indudablemente son de vital importancia, pero es el horizonte al que todos y todas nos hemos comprometido, y es a ese logro al que nos debemos como un compromiso global cada cual desde su ámbito.